En San Nicolás de los Ranchos, Puebla, la llegada de la cosecha de maíz y frijol no solo marca el inicio de un nuevo ciclo agrícola, sino también la celebración de una tradición centenaria. Este martes, los pobladores salieron a las calles cubiertos con aceite quemado de vehículos y pintura en polvo con aceite, danzando al ritmo de la banda para invocar lluvias y buenas cosechas.
Los llamados Xinacates o Judíos, como se les conoce a los participantes, han mantenido viva esta práctica durante generaciones. También llamada Feria de los Pintados, Los Tiznados o Los Judíos, la tradición tiene su origen en antiguos rituales de agradecimiento a la naturaleza. Vestidos con sólidos colores como negro, rojo, azul o rosa, los xinacates complementan su atuendo con penachos, cadenas y herramientas de labranza, convirtiendo el evento en un carnaval lleno de simbolismo.
Para muchos, esta celebración es más que una costumbre; es un vínculo con su historia. Héctor Cantero, quien ha participado por 15 años, destaca el profundo significado cultural de la práctica. Ricardo Hernández, con cinco años en la festividad, afirma que la tradición ha traído abundancia a las cosechas de su familia. El color negro, que muchos eligen para pintarse, simboliza la esperanza de un buen ciclo de maíz.
Se dice que la tradición tiene más de 200 años, aunque en el pasado los participantes se pintaban con manteca de cerdo y ceniza. Con el paso del tiempo, los materiales han cambiado, pero la esencia sigue intacta: una comunidad que, entre música y color, desafía al clima con su fe en la tierra.